domingo, 8 de agosto de 2021

ARGENTINA, DE LA RE.DE. A LA JU.HUM.

Dejando el infantilismo

y asumiendo el lugar que le corresponde a cada uno


En sintonía con el trato arbitrario y la designación infantil o eufemística de la realidad que el gobierno argentino tiene para con algunos temas -ya que “la desventura de los “izquierdistas” está en que no han observado la propia esencia del “momento actual”1- tan delicado y caro a los ciudadanos, podría decirse que mientras ha popularizado la DESPO y la ASPO2, el mismo ha mantenido una actitud Represiva de Derechos (RE.DE.), en vez de construir gobernanza y transformar la situación de la seguridad pública en un punto fuerte de la democratización del Estado, siendo Jurídicamente más Humanista (JU.HUM.).

Décadas de ostracismo y negación legal de reconocimiento, han llevado a la Argentina a un estado de corrupción, abuso y descuido de sus fuerzas de seguridad, como es poco visto en la región, sin embargo, todo esto podría haberse evitado hace mucho tiempo, simplemente con una actitud aperturista y democrática, la misma que le permitió superar los momentos más duros e indeseables allá por los ´80, simplemente reconociendo la calidad de humana de los Policías, por algún mecanismo legal o simplemente reconociéndolo ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación3, el Estado podría haber evitado el actual caos institucional que vive.

No caben dudas de que el Estado y las Provincias tienen el poder de regular el derecho a organizarse y reclamar, que tienen los trabajadores del área de la seguridad pública, por el solo hecho de ser personas4, pero, como dijo Esteban Arriada, Técnico Superior en Seguridad Pública y Secretario General del Movimiento Policial Democrático, durante el webinario del GRUPO América Segura5, realizado el pasado miércoles 21 de julio, donde explicaba: “lo peor de ésta pandemia es que ha venido a dejar en evidencia las injusticias que los trabajadores policiales viven; sin los equipamientos necesario y sin los medios adecuados para el servicio, pero ahora también sin la protección de aislamiento y de cuidado propios de ésta pandemia, aún los Policías no han dejado de trabajar ni de intervenir […] los abusos institucionales, algunos gobernantes se los atribuyen únicamente al personal uniformado, pero ese personal uniformado, actuó bajo las ordenes y las directivas de los gobiernos de los Estados y la Justicia”.

Por otra parte, el mismo agrega que, “lamentablemente las instituciones que tratamos de representar los derechos de los trabajadores de la seguridad pública no somos escuchados, todo lo contrario, somos ignorados, con absoluta alevosía, y no se nos permite la construcción de un dialogo, entre quienes pensamos el ejercicio de los derechos dentro de las responsabilidad de los trabajadores y quienes deben hacer que el mando político se cumpla; entonces, esto permite que las ordenes abusivas de los jefes sean ejecutadas por parte de los trabajadores, pero, después quienes pagan las consecuencias son solo los trabajadores. Así, quedan a la intemperie y nadie se hace cargo de la orden que dictaminó,… siempre, los platos rotos de las malas decisiones y de la mala política, la pagan los trabajadores”.

Las próximas instancias electorales tiene para, una sociedad amedrentada, desganada y desmoralizada6, pero especialmente para los trabajadores de la seguridad pública, la virtud de generar un horizonte de expectativa y una luz de esperanza, tan necesaria como imprescindible, para seguir viviendo, creciendo y prosperando, soñando con un mejor día después; donde los trabajadores policiales puedan denunciar la corrupción, ser parte de los tribunales disciplinarios, y así con los gobiernos, construir ámbitos laborales más dignos, generando transformaciones necesarias y acordando salarios justos, que le permitan a todo el pueblo contar con el servicio de seguridad que se merece7, dejando de ser atendidos “con lo que sobra del poder”, porque no tiene para pagar una seguridad privada o porque el personal policial es insuficiente.

La clave es no perder la esperanza y saber que siempre se puede estar mejor, solo depende de que la voluntad del soberano sea sensible a una realidad que no cotiza en bolsa pero que es tan o más valiosa para la construcción democrática, el dialogo nacional y el respeto a los Derechos Humanos de todos los argentinos y argentinas de bien, que a diario arriesgan su integridad física y propia vida para salvaguardar la paz social.

Richar Enry Ferreira

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