domingo, 28 de março de 2021

NAUFRAGIO DEL TAQUARÍ - verdades y mentiras de la marea roja

Hace 43 años nuestra región sufría una de las mayores catástrofes ambientales de la época moderna.


Al acercarse las personas a la costa, eran invadidas por un fuerte olor y sufrían intensos ataques de tos, lagrimeaban y se les cerraban las vías respiratorias superiores; animales domésticos morían por toda la zona costera, cientos 
de ejemplares de la fauna marina surgían ya sin vida de las aguas del Océano, y las autoridades de la época daban en llamar a ese fenómeno “MAREA ROJA”. Teniendo como epicentro al Balneario brasileño Hermenegildo, y afectando con menor intensidad a los demás balnearios de la región, amanecía aquel viernes 31 de marzo del 1978 que quedaría en la memoria de muchos hasta el día de hoy.

Aunque los pobladores no dudaron en expresar su preocupación por el evento y buscaban ayuda en el Puesto de Salud de la Santa Casa -en el Municipio de Santa Vitoria do Palmar-, las autoridades locales demoraron cuatro días en reaccionar y pedir la colaboración del poder estadual y federal. Recién el 14 de abril siguiente se hacían presentes en la región el Ministro de Salud, el Secretario Especial de Medio Ambiente de Brasil, el Secretario de Salud de Rio Grande do Sul y diversos técnicos; intentando calmar los ánimos de la comunidad, el gobierno dictatorial brasileño de la época no demoró en expresar que sólo se trataba de un evento natural periódico conocido por todos como “marea roja”, hipótesis que el gobierno uruguayo -también de facto- fue conteste en respaldar, aun sin tener pruebas científicas para sostener su argumento: los unos, por miedo a levantamientos sociales internos -se acercaba la fecha de aniversario de la Dictadura Militar-, y los otros, por la proximidad de la Semana Santa o de Turismo, que representaba el 40% del Producto Bruto Interno del país.

El evento permanecía, crecía y se expandía. Aquel fuerte olor a “malatol” como decía el Profesor Homero Suaya Vasques en agosto de 2017, pocos días después se empezó a percibir 80 km. al sur; y 200 km. al norte, pescadores de Mostarda, Tramandaí y hasta Arroio do Silva sentían el olor y sufrían las consecuencias adversas en la pesca. Por precaución, las autoridades de la época no dudaron en determinar la prohibición de consumo y comercialización de mariscos y productos del mar; el sector industrial de la pesca resultó así notoriamente afectado, y su paralización ahondó la conflictividad social en el Estado.

Ahora, si en realidad era “marea roja” como había dictaminado las autoridades, ¿era posible que la simple mortandad de microorganismos, que causan la decoloración de las aguas y producen un olor nauseabundo, fuese de tal magnitud que provocara la muerte a miles de mariscos, miles de peces, lobos marinos, focas y hasta de animales domésticos de los pobladores, tales como perros, gatos, gallinas o caballos? No existían ni existen hasta el día de hoy pruebas científicas de un efecto fatal de tales magnitudes a causa de una “marea roja”.

Los medios de la época y algunos actores vinculados al mundo del mar, inmediatamente relacionaron el hecho al naufragio del navío “Taquarí” en las costas del Uruguay, más exactamente en Rocha, frente al Cabo Polonio (en el grupo de Islas de Torres, sobre la Piedra Negra, a 8 millas del Faro), ocurrido cuando amanecía el martes 13 de abril de 1971, mientras el buque se dirigía de Houston a Buenos Aires; esta vinculación se justificaba por el desconocimiento real de qué contenía en su carga, y las mil hipótesis que se tejían al respecto. Lo cierto es que hoy día, con el informe oficial de la carga en nuestra manos y luego de consultados diversos técnicos, ninguno considera posible afirmar terminantemente que fuera esa la causa de dicha catástrofe ambiental; y a pesar de que fuera encontrado isiotiosianato de metilo en el agua -en una prueba realizada de forma independiente por parte del Centro de Estudios Toxicológicos de Pelotas, contra la voluntad de las autoridades de la época-, lo cual coincide parcialmente con la carga del “Taquarí” (7 toneladas de la sustancia), ello no resulta conclusivo para imputar al navío como único culpable de aquella desgracia.

En el transcurso de la investigación, como en todo trabajo de seguimiento, pesquisa y cruzamiento de información que pudiera arrojar más luz a los hechos, fue revelada la presencia de algunos otros navíos, incluso de banderas extranjeras, que surcaron las mismas costas por la época, trasladando altas cantidades de productos tóxicos. Resulta difícil -casi imposible- hoy, medio siglo después, poder determinar específicamente qué tipo de sustancias éstos habrían podido volcar al mar; y peor aún, los responsables de tal crimen ambiental están actualmente casi todos extintos. Sólo nos resta descubrir, conocer y aprender de estas malas experiencias, para que la irresponsabilidad con el ecosistema, con el medio ambiente marino y con la ecología en general, sean capitulo pasado y nunca más se vuelvan a repetir actos de lesa humanidad de esas características; porque no adelanta pensar en dejarles riquezas a nuestros hijos, si el planeta en que habitan es inhabitable.

Richar Enry Ferreira





quinta-feira, 18 de março de 2021

Sociedad activa y viva

Últimamente una cuestión complicada ronda mi cabeza, y aunque parezca difícil intentaré transmitirla -no exenta de limitaciones-, y así tal vez, juntos, logremos entender cuando nos paralizaron, cuando nos mataron.



Hace algún tiempo dirijo un auto bastante moderno, semi-electrónico, por lo que cierto día determinadas fallas me obligaron a llevarlo al mecánico para una revisión detallada, temiendo lo peor (porque soy algo conservador, ya que prefiero los coches más antiguos), la solución resultó simple, se cambió una pieza -lo que llaman sensor electrónico-, el trabajador cobró su trabajo, además del valor de la pieza, y el auto salió funcionando; tiempo después las fallas volvieron a reaparecer, pero, al encontrarme en otra ciudad un mecánico distinto debió atender la emergencia, y o sorpresa desagradable, descubrimos que el origen del problema era la misma pieza que el “mecánico de cabecera” decía haber cambiado, a ojos vista estaba deteriorada y dañada, no era nueva. Resulta indescriptible la indignación y la impotencia que sentí al verme engañado por alguien en quien deposité toda la confianza, para cuidar de un bien materia que costó mucho dinero de trabajo, ahorro y esfuerzo, y que además es muy necesario para la movilidad familiar y personal.

Sabido es que hace décadas –aceleradamente desde la Crisis del ´29- el mundo que conocemos no solo se a cosificado, como decía MARIO VARGAS LLOSA, sino que, ha monetizado todas y cada una de las cosas que nos rodean, al punto tal de que nos pagan por hijo, pagamos por tener miles de “amigos”, nos cobran por enseñarnos, por darnos salud, por tener diversión, y hasta por comunicarnos, entre muchas cosas más que no necesito detallar porque cada uno las conoce. Ahora, como se entiende el nivel de agresividad y violencia de algunos en destratar, descalificar y denigrar a quienes piensan y viven distinto y se niegan a ser “objetivados” o “mercantilizados”; hasta no hace mucho nos escandalizaba la violencia en el deporte, el racismo y los crímenes contra las mujeres, pero resulta que ahora no nos escandaliza para nada que se hostigue en las redes, o peor aún, se incentiva por parte de líderes que ni yo ni usted los elegimos y desde organizaciones supranacionales, la desenfrenada señalización policial de quienes se niegan a ser y hacer lo que las mayorías hacen y dicen, como si ser diferente no hubiera sido el estado original de cualquier civilización. ¿No será que amparado en la idea del miedo nos están queriendo vender algo que no necesitamos comprar, una educación que no deseamos, una salud que no necesitamos o una seguridad que no pedimos, solo porque esas son COSAS que dan LUCRO para algunos que no somos la mayoría, esa que la democracia respeta y tanto considera?

Como vimos en el transcurso de la historia ya sabemos como acaban las comunidades que han intentado aplicar ideologías monopólicas, que han intentado imponer conductas generalizadoras basadas en un dogma o creencia única como cierta, acaban con atentados, guerras mundiales y masacres humanas, porque es sinónimo de intolerancia y soberbia humana igualar e imponer a diversos seres vivos únicos e irrepetibles más estandarizaciones que con las que ya nos someten desde hace mucho tiempo.

Para con los medios, sigue vigente la discusión y permanente incógnita de si algunos son periodistas independientes, son militante de una ideología o acaso son solo mercenario, que a cambio del vil dinero delinean día a día lo que comunicar y a eso llaman informar, como si los demás temas de interés general pudieran ser invisibilizados y así como por arte de magia, vayan a desaparecer para sus empresarios financistas.

Siento que en temas de actualidad algunos actores, tales como los medios –tradicionales y modernos, entiéndase canales de TV, diario y redes-, y hasta “influencers digitales”, están haciendo lo mismo que el “mecánico de cabecera”, y dentro de un tiempo –no sé si cinco, diez o veinte años- nuestros hijos o nietos van a llegar a descubrir la verdad de lo que nos han relatado de forma engañosa y nos desinforman, o peor aun, que es lo que nos esconden y se niegan a decirnos subinformandonos, tal como lo explicaba GIOVANNI SARTORI. Es más, no veo el mismo interés y devoción por buscar la verdad detrás de los verdaderos índice de suicidios, del creciente consumo de drogas –blandas o duras-, de la depresión angustia y estrés en que vive gran parte de la sociedad, porque la gente se sigue muriendo, y si no es se mata por el futbol, por la religión o la política.

En los diversos estudios que he realizado, aprendí que la mención de una palabra determinada leída por los algoritmos de la red global y con cada mención, genera una cantidad de dinero por derivación de palabras claves; esto viene a colación de términos que hace un año atrás no eran pronunciados y hoy son parte rutinaria de la mayoría de los medios y redes sociales, por decena y hasta centena de menciones diarias. Esto me trae a colación un lejano recuerdo de mi experiencia en un medio, cuando en la filmación de un lugar surgía el anuncio publicitario de una empresa, se nos indicaba deformarlo o borrarlo porque el mismo no pagaba publicidad y no se le iba a dar difusión de forma gratuita; a contrario censu, no quiero ni imaginar cuantos ríos de dólares están corriendo por detrás de cada medio, dólares que no llegan a los usuarios o consumidores de los medios, solo por mencionar esos grandes comercios de la industria farmacéutica, que hoy nos pintan como altruistas, bondadosos y desinteresados, que solo quieren cuidar de nuestras vidas, pero que se niegan a firmar un término de responsabilidad legal.

De todo lo expuesto solo puedo concluir que se nos está imponiendo una lógica PESIMISTA, que no es nueva, que ya la vivimos cuando los ahorros de los bancos se fugaban en manos de buitres banqueros, cuando asaltaban cajeros todos los días, o cuando nuestras calificaciones de las pruebas internacionales de educación eran lamentables; nos quieren hacer creer que estamos en la ruina, que no hay otra alternativa, que estamos perdidos y que como decía JORGE TRAVERSO “Así está el mundo amigos”. No se ustedes, pero yo me niego a aceptar dicho pesimismo, me niego a adoptar determinadas conductas como naturales, a someterme a determinadas prácticas porque “es lo que hay valor”, y que vamos a hacer si no queda otra.

La rebeldía de unos pocos fue la que dio origen al descubrimiento de nuevos mundos, la convicción de las ideas que defendían otros fue la que forjó la patria y la valentía diaria de mi familia fue la que me enseño que las cosas que se entienden como equivocadas no se aceptan sumisamente, sino que se cambian para VIVIR con paz personal y en LIBERTAD.

Richar Enry Ferreira