Hace unos días compartía con ustedes el significado y algunas de las consecuencias que ha generado en nosotros la baja autoestima transmitida por el sistema social dominante y por la educación formal, desde que nacemos hasta que morimos; he ahí una de las etapas de la vida en que hoy humildemente me quiero centrar a analizar junto a ustedes, como efecto de la misma degradación psicológica que nuestra persona experimenta a diario.
Quien no ha trabajado o conoce a alguien, que si fuera por él, sería Policía las 24 horas del día, todos los días del año, toda su vida, probablemente hasta nosotros mismos algún día hayamos sido integrantes de ese tipo de gente, que cree y está convencido de que su vida pasa solo por el uniforme azul, la comisaría, los delincuentes y los méritos y reconocimientos que los mandos le hacen alimentando su ego y haciéndole sentir falsamente imprescindible y necesario.
Esta condición evidencia una clara y brutal BAJA AUTOESTIMA -considerar que la vida de una persona ES SU TRABAJO- es también, una clara desfiguración de su propia personalidad, una alienación del individuo por su trabajo y una peligrosa enajenación de la realidad familiar, social y personal de cada uno. Esta degradación no solo acarrea un deficiente calidad de vida, sino también, una auto desvaloración permanente de las capacidades intelectuales y prácticas propias de cada uno, las cuales van más allá de la labor policial y alcanzan a lo más íntimo de cada persona.
Cuando la persona fracasa en alguna tarea policial –procedimiento que sale mal, investigación que se frustra, detención que acaba en libertad de un detenido al que le dedicaron horas de seguimiento, o ascenso que no llega-, o en alguna otra función familiar o personal, éste, se descarga con los que están más cerca -termina en violencia doméstica, problema vecinal, etc.- o peor aún, en perjuicio propio, se autodestruye de a poco o en forma inmediata, se suicida. No estoy diciendo que esa sea la única razón o la predominante, pero sin dudas es una de ellas; recordemos que a manejar la frustración o el fracaso no se enseña en la escuela, ni el liceo, menos aun en la familia- como exigirles eso a nuestros pobres viejos que hacen lo que pueden por hacer de nosotros personas de bien- solo se aprenden con los golpes de la vida.
LA DEPRESIÓN, una enfermedad de nuestra época, no es solo a consecuencia del bajo poder adquisitivo o de consumo que tenemos, esa es otra mentira más, el consumo desmedido no cura a nadie; la depresión es también la consecuencia de nuestra baja autoestima, es quererse poco, es descuidar las necesidades personales de cada individuo, de esa forma los mismos pierden su identidad particular y se vuelven parte de una masa de personas que actúan como seres inanimados, que no pueden, ni quieren, expresar sus necesidades particulares por miedo a ser apuntado con el dedo, a ser mal vistos o juzgados por los demás, ya sea porque les han hecho creer que está mal querer lo que otros no quieren, o porque somos indignos de obtener o de hacer lo que otros no hacen, cuando en realidad queremos y tenemos todo el potencial y las condiciones para hacerlo, pero por sobre todo QUIERES HACERLO Y NO TE ANIMAS.
Cada uno es lo que es, y a pesar de que esto no es noticia, a veces lo olvidamos; entonces recordemos que no somos igual a nadie, ni más, ni menos, somos nosotros mismos, seres capaces de pensar y evaluar que hacer. Obviamente hacer lo que los demás no hacen no es fácil, es más difícil, cuesta más, pero eso ya es cuestión de cada uno; evaluar si hacer y decir, lo que se piensa y siente, o en su defecto empezar o seguir padeciendo las enfermedades que cargamos y que la ciencia no encuentra explicación porque las sufrimos, y que nos hacen tan infelices, mientras otros disfrazados de la armadura del poder nos pisotéan y avergüenzan haciéndonos sentir culpable de nuestras dificultades y de las de los demás con responsabilidades que no son nuestras, MANEJANDONOS COMO CUERPOS DÓCILES.
SI ERES POLICÍA ESE ES TU TRABAJO, NO TU VIDA, tu vida es tu familia, tus aspiraciones, tus deseos y tu felicidad personal; no seas un funcionario alienado por la Policía, cumple tu función como manda la ley, pero no te sacrifiques por ideales ajenos e inútiles, TU VALES MUCHO Y TU VIDA ES MUY LINDA COMO PARA ENTREGARLA A GENTE TAN MAL AGRADECIDA E INDIGNA DE TAN PRECIADO BIEN PERSONAL, TU ESTIMA...
Richar Ferreira