sexta-feira, 22 de maio de 2020

LOS QUILEROS Y LA VUELTA A CLASE

Sería oportuno escuchar qué propuestas tienen las nuevas autoridades de la educación para reducir el analfabetismo

Hoy cuando tanto se discute sobre si el regreso a clases sería bueno o no, si es contraproducente o no el retorno a las aulas frente a una cuarentena relativa de más de sesenta días, sería oportuno escuchar qué propuestas tienen las nuevas autoridades de la educación para reducir el analfabetismo, un flagelo que afecta a gran parte de la población uruguaya (3% de los uruguayos mayores de 64 años son analfabetos y casi el 60% no estudió más allá de la escuela primaria), pero que responde a años de ausencia de medidas serias e integrales en torno al tema.

(Imagen cedida por el Museo Regional de Melo)

Un factor común entre los quileros de la frontera uruguaya, es el bajo grado de formación y una indiscutible necesidad de trabajo para subsistir. Según el Instituto Nacional de Estadísticas de este país, desde 1996 el índice de analfabetismo en departamentos fronterizos, como Artigas y Cerro Largo con 3%, duplica el guarismo nacional de 1,5%, siendo mayor aún en la población masculina de Tacuarembó y Rivera, propiciándose así el contexto inevitable para el crecimiento del contrabando, del trabajo informal y hasta la desocupación en estas zonas de frontera. 

Como dice James C. Scott en “Los dominados y el arte de la resistencia”: “ni la insurrección ocasional se puede entender sin tener en cuenta los espacios sociales cerrados en los cuales esa resistencia se alimenta y adquiere sentido”. Por eso, para entender el panorama en que jóvenes y hasta adolescentes se vuelcan a quilear, para comprender en su verdadera dimensión las reducidas posibilidades laborales en que padres de familia salen a la ruta para bagayear, debe tenerse en cuenta el factor nivel de educación formal promedio en las zonas de frontera (no en vano, por ejemplo, Cerro Largo posee el menor índice de especialización técnica y universitaria del país -7,0% y 3,6% respectivamente-), y cuánto repercute esto en la práctica del quileo. 

Es imposible no hablar de la relación costo-beneficio entre la inversión en educación y el progreso de la sociedad; y a su vez, no recordar a aquel Intendente que con una empatía sin igual supo entender la realidad de los más necesitados y a su manera también supo luchar por esa “utopía bárbara”, que fue Saviniano “Nano” Pérez (1947-1955), el que sin importar lo que pensaba el Presidente del momento -Don Tomas Berreta-, resolvió enviar periódicamente los camiones municipales a la frontera para traer alimentos (arroz, fideos, harina, yerba, azúcar, café) que luego eran vendidos al costo en Mercado Municipal “para defender la mesa de los pobres”, frente a las penurias que la mayoría de los pobladores del Departamento sufrían, especialmente en los barrios periféricos, donde el pobrerío crecía y padecía las miserias de una gran desocupación y falta de oportunidades. 


Si queremos dejar de sufrir la muerte de ciudadanos debajo de la carga de una moto, si queremos parar de olvidarlos allá en un rincón donde a nadie le importa, o tener que reprimirlos cada tanto por medio de fuerzas estatales financiadas con dineros públicos para quedar bien con la Cámara de Importadores, los Centros Comerciales o algún estrato acomodado de la sociedad, es necesario que se implementen planes de educación para adultos y adultos mayores, y asimismo que se incentive y motive a los adolescentes y jóvenes para que no deserten porque no ven viabilidad a sus sueños y esperanzas, porque no ven otra alternativa más que salir a la ruta a quilear, o porque no existe en el medio una fuente laboral suficiente que le dé a todos la posibilidad de una vida digna. Por eso, es imprescindible reducir y acabar con el analfabetismo, promover la superación personal y propiciar la capacitación laboral, que conjuntamente con otras medidas, permita alcanzar un mejor Índice de Desarrollo Humano a todos los habitantes del territorio nacional, incluso a los de la frontera.

Richar Enry

Publicación EL OBSERVADOR


quinta-feira, 7 de maio de 2020

EL QUILERO, MOTOR DE LA ECONOMÍA

Es necesario adoptar medidas que no los excluyan


    Hoy, cuando tanto se habla de “mantener los motores de la economía funcionando” de cara a la cuarentena y la pandemia, deberíamos preguntarnos: ¿qué rol juegan los contrabandistas, que injerencia tiene la actividad que los quileros desarrollan en la frontera con la misma dificultad y riesgo que las demás áreas de la esfera comercial?

    Cuando encontramos que según los datos de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, el desempleo en el Departamento de Cerro Largo, por ejemplo, alcanza el 50,5%, y la informalidad -que ha estado vinculada al contrabando desde hace más de dos siglos- llega a 49,1% del comercio en la región, deberíamos preocuparnos por ver qué medidas se adoptarán ahora en tal sentido.
    Como si no bastara con el sacrificio que ya implica ir a la frontera en condiciones indignas, como si no fuera suficiente los peligros que representa, incluso el riesgo de la propia vida, ahora también deberán enfrentarse con el posible contagio de un virus potencialmente letal, solos y sin ningún tipo de ayuda, como si la vida y la salud de esos ciudadanos fuera de menor valor por desempeñarse en la informalidad o fuera de los marcos legales.
No es culpa de los quileros que la función comercial que realizan no goce del amparo de la normativa; más bien pensemos cuáles han sido las gestiones que todos los gobiernos que han pasado por la dirección del país han adoptado para crear fuente de trabajo o darles una opción distinta de vida.
    Nadie puede decir que desconoce dicha actividad, porque la misma ya era practicada por el propio prócer nacional José “Pepe” Artigas en 1793; sin embargo hasta la fecha, ni con la vigencia de un Mercado Común del Sur (MERCOSUR) los gobiernos han sabido enfrentar semejante dificultad comercial, arancelaria, impositiva, laboral y social en la frontera, transparentando y legalizando una labor que sería menos peligrosa si no fuera triplemente castigada con la condena Penal, la incautación de la mercadería y multa, más la aprehensión de los vehículos.
    Lo cierto es que en los Departamentos fronterizos, los comercios legales sobreviven gracias al consumo que estos mismos contrabandistas y su entorno moviliza, comprando electrodomésticos, muebles, electrónicos y celulares, por ejemplo, todo eso que no es más barato, no vale la pena o no tiene garantía si es de contrabando; por eso las medidas para paliar la situación especial de pandemia en Uruguay debe pensar también en ellos, escuchar y atender las realidades de la gente de la frontera que quiere estudiar, trabajar y vivir con dignidad.
    Tal vez vaya siendo hora de poner los pies en la tierra y de pensar en soluciones integrales y a largo plazo, que atiendan e incluyan a las nuevas generaciones de este fragmento de la sociedad que, al igual que otros sectores de la realidad nacional, requiere se contemplen sus necesidades y sus derechos como ciudadanos; por lo tanto, es justo asumir dicha realidad y adoptar medidas que no los excluyan sino que los hagan parte de la “nueva normalidad”.

Richar Enry Ferreira